miércoles, 22 de octubre de 2014

El muro de los deseos de Londres

Hasta el 14 de Septiembre de este año, si te encontrabas en el Reino Unido, podías pasarte por la famosa Barbican Gallery y ver como tus deseos, si bien no se hacían realidad, al menos se convertían en mariposas. Esta es la premisa del proyecto Wishwall creado por la pareja formada por Mar Canet y Varvara Guljajeva.
El proyecto consiste en un complicado código informático que transforma las palabras dichas por un micrófono en una mariposa. Cada creación es diferente, al igual que su deseo, y las características del insecto dependen de las palabras utilizadas para expresarlo.



El procedimiento para el usuario en principio es sencillo: expresa su deseo a través de unos micrófonos frente a una pantalla y extiende su mano. La frase aparece frente a ti gracias a la tecnología de reconocimiento de voz de Google (el Google Speech API) y gira hasta convertirse en un capullo, del que sale la mariposa que se posa en tu mano antes de unirse a la nube que flota en lo alto.

El efecto es casi mágico y se convierte en una interesante alegoría al convertir los deseos en una criatura como la mariposa, que existe de diferentes tipos, tamaños y colores (al igual que los deseos de las personas)


Aunque la finalidad que los autores le dan al proyecto es la de dar a las personas la capacidad de ver sus deseos materializados en algo físico y único, no deja de ser la conversión de algo tan humano como los deseos o las aspiraciones convertirse en líneas de código. Cada mariposa es un puñado de bits que rompe una barrera más hacia la digitalización. A pesar de que la fórmula está creada con un fin puramente estético, se convierte en un filtro que nos hace más cibernéticos (paradójicamente, las mariposas son un enlace con la naturaleza), nos acercamos a ese cyborg que el net art de mediados de los 90 reivindicaba. Este experimento con las emociones, que trata de sacar nuestro lado más humano, nos acerca a la fusión con la máquina. 

Es inevitable que nos venga a la cabeza con esta obra otro proyecto que reside en la red desde hace unos años, el PostSecret, una genial página web que incluso ha editado sus propios libros recopilatorios. La página consiste en un tablón en el que las personas envian anónimamente postales en las que confiesan secretos o expresan deseos. Si bien estos no se convierten en algo digital, el hecho de enviarlas a través de Internet y que residan en una página web ya lo convierte en datos. 
Por otro lado, no puedo evitar pensar en la película Her (2013), de Spike Jonze. ¿La digitalización de los deseos podría acercarnos más a la creación de un ente virtual que tuviera su propia conciencia? De esta forma, esta exhibición con pretensiones meramente estéticas me trae a la cabeza situaciones de ciencia ficción, desde el HAL 9000 de 2001: Odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968) hasta la más moderna GLaDOS, de Portal/Portal 2 (Valve, 2007/2011)



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